Tendemos a asociar la palabra crisis con cataclismos, eventos que cambian nuestra vida para peor y nos hacen sufrir. Esto se debe a nuestra necesidad de vivir en un mundo predecible, donde nunca suceden cosas que no hayamos planeado antes. No tiene que ser así.

Una crisis puede verse como una ruptura en la vida, tal como la conocíamos anteriormente, pero eso no siempre es malo. A veces puede salvarnos de nosotros mismos. Toda crisis va acompañada de una linterna que nos permite seguir adelante. Nueva vida nace en la oscuridad del suelo cuando brotan nuevas plantas.

Las crisis son probablemente un empujón del universo, o de nuestra alma, para empujarnos y permitirnos acelerar nuestro crecimiento interior. A menos que nos sintamos incómodos, no solemos estar muy ansiosos por explorar nuevos territorios. Es lo contrario de quedarse quieto y congelado.

Hay tantas crisis como personas y estrellas en el universo, y cada una nos da la oportunidad de aprender más sobre nosotros mismos y crecer por dentro. A través de cientos de clientes, descubrí que los trastornos psicológicos y emocionales a menudo son solo la superficie de los problemas reales.

He descubierto que los problemas emocionales o psicológicos nacen porque perdemos el contacto con nosotros mismos. La vida diaria suele acaparar toda nuestra atención y esfuerzo, y tendemos a pensar que tendremos tiempo para descansar y relajarnos más tarde y que no es tan importante dedicar tiempo a nosotros mismos.

Sentimos que todo nuestro mundo se ha derrumbado cuando sufrimos estrés, ansiedad o culpa. Esos momentos tienen más sentido porque es durante una crisis que ocurre un cambio real.

“En cada crisis, duda o confusión, toma el camino más alto: el camino de la compasión, el coraje, la comprensión y el amor”. – Amit Ray

Adentrarnos en nosotros mismos siempre significa volver a lugares a los que no vamos con frecuencia porque nos hacen recordar malos recuerdos que nos duelen. No somos conscientes de que sufrimos porque evitamos enfrentar el dolor, el llanto, lidiar con lo que no está funcionando y nuestra insatisfacción. Al enfrentarnos de frente a nuestros demonios, podemos borrar el dolor y darle un nuevo sentido a nuestra existencia.

Cada crisis presenta una nueva oportunidad para comenzar una nueva etapa en tu vida. Solo te das cuenta de tu fuerza cuando las cosas se ponen difíciles y tienes que usar tu poder para recuperar el equilibrio. Solo cuando estás bajo presión te conviertes en un diamante pulido y más brillante. Cambiar tu perspectiva en circunstancias desafiantes puede ayudarte a convertirte en una mejor versión.

En estos tiempos difíciles, hay numerosas crisis. Aunque no lo estés buscando de buena gana, guarda la oportunidad si llega. Sigue creciendo, sigue evolucionando.

Cultivar las siguientes capacidades nos ayudará a superar las crisis con resiliencia y poder transformarlas en oportunidades:

Conciencia

Las personas resilientes son conscientes de la situación, de sus propias reacciones emocionales y del comportamiento de quienes las rodean. Para gestionar las emociones es fundamental entender cómo nos sentimos y las causas de nuestros sentimientos sin engañarnos, escondernos, sin reprimirnos.

Aceptación

Es fundamental entender que los contratiempos son parte de la vida. Nuestra existencia está llena de desafíos; esta es la pura realidad. Aunque no podemos evitar muchos de los obstáculos que se nos presentan o prevenir la gran mayoría de los problemas, podemos permanecer abiertos, flexibles y dispuestos a adaptarnos a los cambios sin desperdiciar energía inútil luchando contra lo que no podemos cambiar.

Modo de control interno

¿Percibes que estás controlando tu propia vida? ¿O culpa a fuentes externas por sus fallas y preocupaciones? Las personas resilientes generalmente se mueven en un modo de control interno. Creen que sus acciones afectarán el resultado de una situación. Por supuesto, algunos factores escapan a nuestro control, como los desastres naturales o las crisis económicas mundiales. Lo principal es sentir que tenemos el poder de decidir cómo pensamos y qué decisiones tomamos que afectarán nuestra situación, nuestra capacidad para enfrentar lo que viene y nuestro futuro.

Visión clara

Cuando surge una crisis, las personas resilientes pueden detectar una solución. En situaciones peligrosas, las personas a veces se quedan atrapadas en una visión limitada. No pueden considerar detalles esenciales ni percibir oportunidades o la necesidad de adaptarse a nuevas circunstancias. Las personas resilientes pueden calmarse y reflexionar sin asustarse.

Tener fuertes conexiones sociales

En tiempos difíciles, es crucial contar con personas que puedan brindarnos apoyo. Puede ser útil discutir nuestros desafíos y expresar las emociones que nos oprimen para ganar perspectiva, buscar nuevas soluciones y tomar un poco de distancia del huracán. Amigos, familiares, compañeros de trabajo y grupos de apoyo pueden ser fuentes potenciales de conexión social.

Identifíquese como sobreviviente, no como víctima

Ante cualquier crisis potencial, es fundamental verse como un sobreviviente. En lugar de pensar en ti mismo como una víctima de las circunstancias, trata de descubrir cómo resolver el problema. Incluso cuando la situación parezca desesperada, podemos permanecer enfocados en un resultado positivo y mantener nuestro equilibrio interior.

Ser capaz de pedir ayuda

Cuando nuestra fortaleza se tambalea, debemos saber pedir ayuda. Esto se puede hacer a través de libros, un buen terapeuta o un entrenador que pueda ayudarnos a desarrollar nuestras propias capacidades internas. No tenemos que enfrentar todos los desafíos solos.

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